domingo, 4 de septiembre de 2011

Paralizado

al salir, se encontró con una tormenta tan fría y devastadora que arrancaba montañas desde los pies de estas y destrozaba hogares, sin dejar siquiera los cimientos.
Cisarnt no había visto una tormenta así en dieciocho años, mas esto no fue impedimento para despedirse y marcharse. A penas pudo soportar el viaje de regreso, llegó arrastrándose a su cueva. Las últimas palabras que Ramia le había dicho aun susurraban en sus oídos y la tormenta lo debilitó a tal punto que llegó con una severa hipotermia a pesar de su espectacular smoking a prueba de las más bajas temperaturas que llevaba pegado a su cuerpo.
Debido a la tormenta, la mitad de su cuerpo había quedado congelada. Desesperado y al borde de la muerte, llamó a su querido amigo, la foca. Con mucho esfuerzo, la foca logró sacar todo el hielo que cubría la mitad del cuerpo de Cisarnt, haciendo que su temperatura se estabilizara nuevamente alrededor de los 39ºCelsious. Horrible fue la sorpresa que se llevó al darse cuenta que pese haber sacado todo el hielo de su cuerpo, aun no podía mover la parte diestra de su cuerpo. En ese instante supo que no era el hielo lo que le tenía inmóvil. Era algo más, algo que sen encontraba en su mente y no podía dejar ir.
La pena y el desconsuelo, la tristeza y la angustia. El dolor desgarrador atravesando su pecho, causado por un mar de sueños y promesas, vuelto en llamas y vaporizado hasta su última partícula. Sin Ramia, parte de él se iba. Así como un medio más un medio es igual a un entero, Cisarnt solo se veía con Ramia y, sin ella, la mitad de él se había ido.
Fuerza amigo, todo saldrá bien- dijo la foca antes de irse.
Con la poca fuerza que le quedaba, se arrastró hasta el rincón más oscuro de su cueva, y ahí poco a poco todo su cuerpo se fue contrayendo, cada músculo de abajo para arriba, hasta llegar a su cara donde su pico, de no se tan resistente como lo es, se hubiera quebrado por el fuerte golpe que dio al cerrarse quedándonle completamente sellado por acción de sus músculos faciales. Por último, se cerraron sus ojos, y en ese instante, a oscuras, comprendió que él solo volvería a correr, reírse y deslizarse sobre su barriga como todo buen pingüino , cuando él y Ramia vuelvan a estar juntos y de lo contrario, se quedaría ahí, en ese rincón sin luz, hasta que su corazón dejara de latir.
De una forma u otra, Cisarnt se quedó aguardando inmóvil en el más profundo sueño, la decisión que solo el tiempo traería.